EVANGELINE KOVALENKO

𝑶𝑹𝑰𝑮𝑰𝑵𝑨𝑳 𝑪𝑯𝑨𝑹𝑨𝑪𝑻𝑬𝑹


SOMNIUM GLACIES | ANGEL AND DEMON

ORIGINAL CHARACTER BY SATANLY

VIDAS PASADAS

Nombre: Evangeline Dahl Kovalenko / Rowena Marchetti

Avatar: Natalie Dormer
Enfermedad Psicológica: Piromanía
Historia: Era tan solo una pequeña cuando había tomado la decisión mas importante y horrible de su vida, dejar a su pequeña hermana Gwen en un orfanato.
Pero es que dejarla en aquel ambiente de casa no era lo mejor para una bebé y menos si tenia que ser ella la que la cuidara pues una niña no podía cuidar de otra y al mismo tiempo, un padre alcohólico

Pero hubo momentos en los que quería salir corriendo de esa terrible casa, ir por su hermana y desaparecer de la faz de la tierra. . . mas todo era siempre un sueño. Los abusos de la infancia y adolescencia fueron los mas terribles pues eran físicos y mentales, golpe tras golpe y palabra tras palabra. Pero siempre dolía mas una palabra y es que era literal. Los golpes que la dejaban marcada no dolían para nada y aquello no le preocupaba a Eva por el hecho de que eso casaba mas a su abusivo padre: " ¿Te crees muy lista? ¿Crees que no sé que te duelen mis golpes?" pero en realidad no había dolor.

Se mudo a Kiev entre la edad de 15 a 18 años. Donde finalizó sus estudios pero encontró otro desperfecto en ella. El fuego era algo que desde muy pequeña le llamaba mas lo ignoraba pensando que era una etapa pero ahora, aquel fuego se volvía su pasión y su seducción. Comenzó por quemar cosas pequeñas, iba al bosque y hacía pequeñas fogatas para quemar lo que ahí encontraba, prendía algo en las esquinas de las paradas de bus y es que había cogido la maña de hacerlo muy seguido hasta que se mudo a Ucrania.

Ucrania fue su salvación. Primero llegó a su vida la universidad y es que era muy buena en lo que hacía. Su pasión era la literatura y la cultura así que en eso se enfocó . Hubo momentos de tranquilidad en donde el fuego estaba en paz, cómo las brasas cuando comienzan a apagarse y no hay mas que hacer pues no puede ser avivado.
Entre la edad de 20 a 26 tuvo varios accidentes, los tratamientos contra aquella enfermedad extraña le estaban cobrando días de su vida aunque eran pasajeros pero algunas veces terriblemente graves cómo aquella gripe extraña que tuvo por comer carne. Unos meses en cama y perdiendo de estudiar y trabajar pero eso no la detuvo y al final, mantuvo su promedio bien alto y se graduó con honores.
Cursaba un doctorado en Literatura y Estudios Medievales / Neo-latinos. Aprendía demasiado rápido pero en todo aquello y su perfección. La rubia mantenía su mente pensativa en su hermana ¿que podría estar haciendo ahora mismo? ¿Tendría una buena familia? y esperaba que su padre no la hubiera encontrado. Realmente esperaba que tuviera una mejor vida olvidando lo poco que una niña pequeña podía recordar.

Mientras cursaba su Doctorado, encontró el amor en una mujer y ella mas que nada, estaba asombrada que el amor podía encontrarse en donde fuera. En esos tres años próximos de su vida obtuvo mucho mas que conocimiento en su materia. Heridas y mas heridas. Pues su pasión por el fuego había regresado peor que nunca y es que ahora le llamaba, le gritaba con una apoderamiento excesivo.
La chica que se mantuvo a su lado tantos años, luchaba por encontrar alguna cura para aquellas dos enfermedades pues con el paso del tiempo, la rubia decaía mas. El no sentir dolor comenzaba a afectar su vida pues simples cosas que podía aliviar las dejaba pasar y eso era un problema mayor cuando ya todo estaba muy avanzado.

Estaba cansada de ver a su pareja llorar y sufrir lo que ella no podía, las horribles cicatrices de problemas con el fuego y el constante sufrir de Eva porque algunos días eran difíciles de sobre llevar.
Aquella tarde de invierno, la chimenea estaba encendida y ambas dormían plácidamente pero las voces en su cabeza regresaron. Lo peor era que ella no sufría de esquizofrenia, por lo que no podían darle medicamentos para dichas voces así que Eva creyó que era el mismo fuego el que le hablaba, el que le hacia caer en aquella tentación, la seducción por parte de ese elemento que tanto admiraba y lo atrayente que podía ser una vez se propagaba sobre todo lo que tocaba y es que era admirable que no había miedo en el fuego y esa potencia, esa seguridad y esa especie de querer tenerlo todo, era algo que Eva quería en su vida.
Y así, la rubia terminó con todo.
Sonriendo entre las llamas, la mujer sentía la adrenalina y el deseo de ser fuego , el placer de verlo todo arder hasta ella misma y aquella mujer que amaba pero es que amaba mas el elemento puro que podía destruir todo. Eva terminó su vida justo cómo la comenzó, en un grito pero esta vez de satisfacción, llevándose no solo su propia vida si no la de un amor que no supo valorar.
No podría decir cuando le afectaban esas pesadillas y que no se sentía protegida en manos de nadie. Una ve que se despidió de su hermana fue hasta su cama, estaba desnuda y empapada de sudor, su respiración agitada por el recuerdo de la tormenta que en su mente yacía. Pensaba una y mil veces en lo que debería de hacer pues tal vez era una locura, tal vez ella no era solamente un ángel caído si no algo mas. Aceptar que podías ser un ser sobrenatural era algo pero lo había aceptado con gracia y normalidad, su hermana estaba bien y esperaba que ella no tuviera ese tipo de dolor en su cuerpo. La mirada de Evangeline estaba perdida, los recuerdos de una Eva fundiéndose en fuego le atormentaban y es que, el dolor podía sentirse cuando alguien la tocaba.


Después de arreglarse, hizo una maleta pequeña, una mochila donde guardó lo mas necesario para ir a perderse en algún lugar y poder sacar lo su verdadera naturaleza. Salió del piso donde Gwen y ella se quedaban y fue hasta donde Akeron se encontraba y se despidió alegando que tenía que hacerlo sola y que solamente eran unas horas. No quería soltarle pero debía hacerlo o nunca se iba a poder encontrar a si misma, según Evangeline.
La despedida, para ella, fue dolorosa casi cómo si ya no fuese a verlo pero necesitaba hacerlo una vez mas o por ultima vez, no sabía pues todo era bastante confuso. Creía que todo iba a cambiar y tal vez si o no. Unos días ante se había rentado un auto solamente para ir a Epping, un bosque bastante alejado de donde se estaban hospedando Gwen y ella. Era un bosque muy activo, las familias podían convivir todo el día y estaba muy lleno de gente así que tenía que adentrarse mucho, demasiado hasta estar en completa soledad pero una vez llegó, el lugar parecía abandonado. Buscó en el mapa y efectivamente, el gps decía que estaba ahí, donde la gente llegaba y podía aparcar su coche para comenzar una caminata de minutos hacía donde se encontraba un lago pero no había ni un alma, tal vez por la hora pues quedaban unas 2 horas para que la luz natural se desvaneciera y después, unas pocas mas para ser medianoche.
Pasaron las dos horas, el lugar estaba completamente solo y ella seguía caminando mientras susurraba su nombre completo, ese nombre que le había traído muchas desgracias pero con el que mas se sentía identificada. Al ambiente era bastante depresivo o tal vez era ella. Tantos tal vez en su vida le estaban haciendo que la calma y la tranquilidad poco a poco se marchara de ahí. Una vez pudo sentir que ya estaba bastante sola o por lo menos muy lejos del lugar inicial. Dejó caer la mochila y cerró sus ojos. Un dolor comenzó a hacer presión en su espalda y pecho, sentía que se quedaba sin aliento y era extraño pues pese a su condición, jamas había sentido un dolor tan terrible cómo ese. Cayó de rodillas, suplicando que se detuvieran los recuerdos de su pesadilla pero no basto, ni siquiera el dolor fue ayuda para que eso se marchara y entonces, las enormes alas negras salieron y el dolor se fue, ya no estaba nada. Parecía que nunca hubiese estado ahí. La libertad que Evangeline sintió fue muy grata y por fin pudo sonreír. No era que sintiera ya la paz, pero ese dolor que sentía en su columna había sido liberado cuando esas enormes alas negras salieron.


─── Que es lo que quieres de mi.


Susurró para ella misma, hablando con su mente y con el ser que la atormentaba.


─── No puedo dejar de pensar en ella. . . sufriendo.


Sus manos fueron a su cabeza, escondiendo su rostro del paisaje tétrico que tenía ese bosque. Se balanceaba, estaba asustada y no era común en ella. Siempre había sido una mujer muy fuerte antes de lo que era y mucho mas cuando se trataba de proteger a su hermana. Evangeline sentía que había estado en dos lugares demasiado diferentes, lugares en donde había enfrentado a bestias y donde ella había asesinado a cientos de personas, se sentía un monstruo aunque Akeron le dijera que no. Su miedo era dejar de sentir, nuevamente.


"Todos cometemos erroes, Evangeline" Dijo una voz a la lejanía, una voz que le recordó a su pasado. " Tu error fue volver a sentir, llenarte el corazón de calidez y volver a darte el lujo de sentir. No estabas echa para eso, ¿que no lo recuerdas? tú me pertenecías antes, eras los siete pecados, la peste, eras el jinete del apocalipsis y te llenaron de mentiras, te hiciste blanda."


Tal vez su hermana tenía razón, ya no era lo de antes y tal vez el amor era un error en ella. No debía de sentir pero no podía evitarlo, le había costado demasiado sentir algo verdadero por una persona. Ni siquiera le asustó la voz pues se mantuvo en su lugar con el rostro escondido.


─── No sabes nada de mi.


"Sé todo de ti. Sé que buscabas sentir algo con el fuego, sé también que buscaste amor en donde hubo odio. Tu familia te abandono y tu hermana murió por lo mismo"


La rabia podía sentirla, su sangre estaba hirviendo y sus ojos se tornaron en la oscuridad de todo su pasado.


─── No te atrevas a mencionar a mi hermana. Sus alas se agitaron y eso le dio el impulso de levantarse en un segundo.


─── No sabe lo que Gwen tuvo que pasar para encontrarme, no tienes una idea de lo que ocurrió. " Claro que si tontita, claro que la tengo. Fue asesinada, todos fueron asesinados." La voz ahora tomaba una forma. Una mujer, era hermosa, alta con cabellos castaños y esos labios rojos que resaltaban demasiado. Era morena y tenía una sonrisa de infarto. Era ella en su pesadilla, no era Gwen, era ella.


─── ¿Tú?


La morena soltó una risa burlona y antes de Eva pudiera decir otra palabra, la mujer ya se encontraba frente a ella, su mano al rededor del cuello de la rubia y la estaba alzando. Sus alas no respondían y era normal.


"No te harán caso, son mías por derecho y tú me quitaste todo. Yo debería de estar en tu lugar y tú aquí. Tú eres la que deberías estar quemándote en mi infierno, eres tú la causante de que yo este sufriendo, Evangeline Kovalenko."


─── No ... tengo idea...


"Claro que la tienes. Sabes que tú no debiste de existir en primer lugar. Tú eras un producto de mi mente y me quitaste todo, ahora vengo por lo que es mio. Eres un simple ángel caído que no tiene idea de todo el poder que tienes en tu sistema y te comportas cómo una colegiala enamorada de un hombre que es seguro te va a dejar en cuanto alguien mas le demuestre amor. No vales nada y él lo sabe, no significas nada para él, ¿En serio crees que te quiere? "


Evangeline estaba casi gruñendo, la observaba desde arriba y sus uñas casi se clavaban en el brazo de la morena.


" Sabes que tengo razón. Sabes que Akeron no te quiere, que te usa para sentir y nada mas. Todos te usan para eso Evangeline, eres un pecado que necesitan disfrutar y lamer, eres un pecado que no sirve para nada mas que una venganza que pueden estar planeando. No eres absolutamente nada en esta vida o en la otra, jamas lo seras. ¿Sabes porque tu cuerpo no te responde? Porque es totalmente mío. Tú eres nada."


La mirada oscura de la rubia se había ido pues ahora era la morena quien tenía aquellos peculiares ojos teñidos de oscuridad. Sin hacer tanto esfuerzo, Eva fue lanzada hacia un árbol donde su cuerpo chocó contra el pero no hubo dolor.


─── Si tanto quieres mi vida, ¡Tómala, toma mi cuerpo y cállate!


"Oh, claro que la quiero, pero no me iré de aquí hasta verte sufrir."


─── No tienes porque hacer eso, no tienes porque lastimar a Gwen o . . .


" ¿Akeron? vamos Eva, ¿por que quería yo lastimar a Akeron? al fin y al cabo tendré tu cuerpo. "


Nuevamente las alas de Eva hicieron el esfuerzo para alzarla y aunque fue lento, sirvió. Estaba enojada, furiosa y podía notarse en su rostro. Los ojos oscuros regresaron y la morena frunció el ceño.


"¿No puedes dejar de ser tan jodidamente fastidiosa por un rato, Eva?"


─── Tú me conoces mas que nadie ¿no?


La rubia materializo una espada de luz oscura entre sus manos y la morena hizo lo mismo pero esta era de fuego.


" Sabes que no tienes oportunidad de pelear contra un demonio mayor, soy el Demonio que traerá el fin del mundo."


─── Y yo soy un jodido ángel, ¿Enserio crees que no sé lo que realmente soy? Me dicen Astartea.


"Mierda"


La morena se preparó y Eva caminó hacia ella dispuesta a liberarse del mismísimo demonio que yacía en su interior pero algo la detuvo. La espada desapareció y unas garras la sostenían de sus pies, aquellas garras salían de la tierra. Los demonios, esclavos de la morena hacían su entrada. Ella, sonrió.


"Puedes ser el mismísimo ángel del universo pero mientras seas una débil, yo seré la dueña de tus desgracias. Soy Rowena Marchetti, ese cuerpo por ley es mío."


Los demonios arrastraban a Eva bajo tierra. Sus alas se desvanecieron y entre gritos, la rubia trataba de sostenerse pero era inevitable. Su espalda, sus piernas y ahora su cuerpo entero estaba lleno de heridas provocadas por las garras de los mil demonios que trataban de regresarla al mismísimo infierno. Rowena se desvaneció. Todo comenzó a teñirse de oscuridad mientras que Eva seguía gritando. Todo estaba saliendo mal, parecía mentira que hubiese alguien mas dentro de ella luchando por salir.
Con lo único que quedaba de fuerzas, materializó una larga cadena que se aferró al uno de los arboles alejados de la rubia y trató de sostenerse mientras se impulsaba pero sentía que la piel estaba siendo desgarrada, ardía y aunque en un principio no sintió el dolor, eso se quedo atrás. Suplicaba a Gwen pero no llegaba. Entre golpes, pelea y la única fuerza que le quedaba, Eva salió de ese punto de tierra y se deslizó hasta poder tocar el árbol. Las garras se iban sumergiendo otra vez y la mirada de la rubia fue hacia ambos lados a la espera de que Rowena apareciera pero ahí ya no había nadie. No entendía que acababa de suceder y el porque se había auto proclamado con aquel nombre ella misma. Era cómo si hubiese dos mentes en una y ahora, tres. Sentía que se iba a volver loca. Perdía tanta sangre y salir de ese lugar sería imposible. Nuevamente, las garras aparecieron y esta vez lograron su objetivo. Fue arrastrada bajo tierra hasta quedarse en completa oscuridad, sujeta por las garras de los mil demonios sin poder salir de ahí. Ahora, solo tocaba ver cómo poco a poco iba a morir en aquel infierno en la mente de la propia Rowena. Pues había despertado el ser original que en su cuerpo y alma habitaba, la demonio que no iba a dejar que Evangeline hiciera con su vida y su cuerpo lo que quisiera. La líder el Clan del Noreste había vuelto y estaba tentada a consumir cada una de las vidas que se le pusieran frente a ella.

LA MUERTE

Hay momentos en la vida donde ya todo llega a un fin por decisión propia. Evangeline creía firmemente que ese día había llegado y que las voces en su cabeza por una vez tuvieron razón de querer terminar con lo que una vez había soñado que era lo mejor del mundo. Sin embargo, se terminó mucho antes. El amor se enfrió y la rubia quería sacar un poco de su furia mientras corría por el bosque aunque entre mas avanzaba sabía que era el día, ese era el momento y que de ahí nunca iba a salir. Eran pasadas las 7 de la noche, el volver a casa ya no era una opción. Mientras caminaba, pensativa, por el sendero que no tenía idea a donde la estaba llevando, los cabellos de la mujer se ondeaban con el viento, juntos en la única sinfonía que tenía para pasar el rato. El viento susurra su nombre pero Eva sabía que sus voces querían tentarla mucho mas de lo que ya estaba .

Lo haré, no tienes que llamarme mas. Quiero hacerlo, ya no soy yo, ya no me siento yo. Ya no hay mas de mi.
Dijo, susurrando mientras seguía avanzando aunque sus pisadas pesaban cada segundo mas y lo supo. No quería bajar la mirada pero tampoco quería quedarse cómo una cobarde así que pronto sintió en sus tobillos las manos heladas de un algo y se detuvo.

Hazlo, solo hazlo y no hagas que me arrepienta.
Pero lo haría aunque esta vez no iba a gritar. En su pensamiento estuvo su hermana y Akeron aunque si, su hermana invadió por completo su mente y la risa que algún día la había hecho feliz. Ahí estaba, hablando del arte, arquitectura y de las cosas que había convertido en mucho mas arte. Era todo un ángel, tan literal cómo siempre.

Pero en un grito, sin el afán de querer suplicar, la tierra se tragó a Evangeline y todo el bosque volvió a estar en completa calma. Se había desvanecido, había muerto. Ya no era mas que ceniza.

COR DURUM

Si la guerra hubiese sido el fin, ella estaría totalmente viva y sin ni un problema para seguir. Recordaba cómo era su vida antes de los problemas entre las supremas y cómo siempre había rivalidad con los de hielo.
No iba a mentir que ser Revenant le era bastante difícil y es que tenía que tener la mentalidad libre de toda debilidad, así le había enseñado su Alto cargo y así le enseñaba el Comandante. Los días eran semanas y las semanas meses. Los años llegaron y pudo forjarse una reputación entre Revenant y las tantas especies que habitaban en aquellas tierras que parecía la habían dejado a su suerte.
Mientras la suprema Crystal andaba de un lado para otro tratando de calmar una guerra que era inevitable, ella tenía encuentros en planetas donde siempre le costaba algo: sangre, cabellos, piel. Todo aquello jamás supo el porque lo pedían los guardianes de los portales pero algunas veces si se rehusaba, parecía que la necesidad por salir del mundo era mas fuerte. Tenía encuentros en planetas, batallas y peleas clandestinas que le costaba el ser cazada y es que, había un hombre que siempre la esperaba entre la oscuridad para atacar pero jamás se rendía, había aprendido entre los grandes y era una Revenant, no tenía porque fallar en cada golpe y no lo hacía.

Los años pasaron y la guerra llegó.
Toda la desgracia decayó en las especies y es que parecía que Crystal los había abandonado y ahora ella se encontraba en los calabozos de Verus, la suprema que había fingido su muerte y, para desgracia de todos ahí, habían descubierto el porque los guardianes cobraban con su adn. Los experimentos llegaron, muchas muertes fueron inevitables y las atrocidades eran terribles que el llorar ya no solucionaba nada, el miedo ya se había desvanecido y el dolor ya era parte de su vida.
Así, mientras todos parecían adaptarse a los experimentos, pasaron años antes de que aquella visita pudiera hacer que algunos o todos salieran de ahí.
El portal se abrió y sintió cómo su suprema estaba ahí, tenían que escapar todos aquellos híbridos, tenían que hacerlo ahora o iban a morir.
Ella, una hibrido de tres bestias y horrores, de tres especies y temores. . . Ayudó a todos a tener un fin de los calabozos y mientras la guerra se hacía sobre ellos, todos pudieron correr hacia el portal y encontrar una nueva vida lejos de las maldades de Verus.

Universo 62020


All rights reserved by Satanly ©